sábado, 14 de abril de 2007

Diez minutos de placer


Quedaron a las diez de la noche en un motel de carretera.El camino hasta allí fue inquietante y traidor.La oscuridad reinante tampoco ayudaba demasiado a tranquilizar el animo de Johnson y su pulso,lo notaba perfectamente,aumentaba en aritmética progresión.
No era tanto el apetito sexual como el ansia por lo prohibido.No le acuciaba mas la erección que la emoción por saber que pasaba en esos casos.Todo lo que a el refería respecto al sexo habia sido programado y carente de riesgo.Amor cuasi platónico y sentidos aparentes presidieron aquellos ocho meses que compartio con Ester,la turronera,su amor eterno,su único amor,aquellos escarceos adolescentes y el descubrimiento de algo que les daba miedo.Fue maravilloso,fue dulce como la miel y breve como el relámpago.Un día desapareció,se fue.Lo dejo solo,se marcho volando sin decir adiós hacia el infinito cielo del olvido.Acepto un trabajo de representante en una importante firma de embutidos y Ester no volvió a aparecer por su vida.Le contaron que al fin caso con importante cargo de la empresa y ahora lucia,gorda para reventar,cuatro vástagos de mofletes rosados alimentados puntualmente por su padre y chorizos GOMEZ.
Le temblaba el pulso cuando el recepcionista del motel le dijo que era la habitación 213.Un escalofrío gélido cortaba su espalda y un volcán escupia lava y fuego cuando ella le abrio la puerta, apenas cubierta por unas braguitas rosas.
Lo tumbo sobre la cama y,sin terciar palabra, le abrió los pantalones dejando sitio a la furia reprimida.La chupó y la lamió.La levanto y le enseño que el espacio no conoce limites si la sangre hierve.
El miraba al techo y ella a su interior.No era cuestión de placer ,ni de dinero.No había el mas mínimo rastro de venganza ni buscaba satisfacer rencores dormidos.Solo dominaba la situacion.Mandaba.Dirigia.Era la absoluta dueña y tenia el control.

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